No comeremos callados este “negocidio”:

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El embajador de Israel en Colombia arremetió contra Luis Carlos Reyes, Director de la DIAN, porque refiriéndose a los ataques del ejército Israelí, en un trino se atrevió a pedir “que pare el genocidio”. El embajador escribió, de manera mordaz, que esperaba que el director de la DIAN no estuviera “recaudando impuestos cómo (sic) está recopilando información sobre un conflicto a miles de kilómetros de distancia del régimen tributario colombiano”. En otras palabras, lo exhorta —obvio ¿a qué más podría exhortarlo este embajador?—, ¡a recoger plata!… a consagrarse a sus negocios, a cobrar impuestos, a comer callado. ¡Zapatero a tus zapatos!

Pues no, señor embajador; resulta que día tras día somos más los zapateros que en lugar de dedicarnos a nuestros zapatos, nos ponemos en los de los casi treinta mil palestinos asesinados en Gaza, porque aunque lejos de Colombia, sus asuntos también son los nuestros, pues el gobierno de Israel arrasa allá, no solo a un pueblo, sino la poca dignidad que nos queda como humanidad. El genocidio que cometen contra Palestina es de tal magnitud que hizo pasar a segundo plano la terrible crueldad de la masacre de Hamas; pareciera que con calculado utilitarismo se valiera de ella para justificar el terror desatado contra millones de hombres, mujeres y niños palestinos.

Así que no, señor embajador; no vamos a comer callados atarugados con una buena mordida mientras recogemos o pagamos los impuestos, dedicados al negocio, a lo que a usted tanto le gusta. No vamos a seguir sentados cómodos, frente a nuestras pantallas que muestran cómo mientras tanto, en total impunidad, ustedes desoyen todos los llamados de los organismos multilaterales, del mundo entero y siguen asesinando palestinos y, con ellos, el derecho humanitario, la última barrera que teníamos contra el horror.

Entonces no, señor embajador. Seguiremos elevando nuestra voz, seguiremos con nuestras acciones de denuncia y de lucha pacífica exigiendo que detengan la matanza y respondan por ella. Es un crimen contra todos, es un crimen contra la humanidad, cometido ya sin el menor asomo de vergüenza, como un frío y calculado “negocidio”.

Como bien le respondió el director de la DIAN, que no es un simple alcabalero, como usted quisiera, sino un hombre que antepone la dignidad humana a los negocios, no es hora de comer callados pues “el deber de hablar recae sobre todos los que estamos poniendo atención”. ¿Y quién de nosotros, hombres y mujeres de hoy, no ha sido mirado por el horror de Gaza?

CIPADH

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